viernes, 7 de junio de 2013

La fuga de cerebros y el paternalismo de provincias

La fuga de cerebros es un problema, sí, pero hay otros.   La definición  de España como nación de naciones siempre me pareció  una concesión  retórica y una   exageración. Si nos atenemos al  papel que estamos representando en el progreso tecnológico y científico de la  humanidad por un lado, y a la mentalidad dominante por otro, creo que sería mucho más adecuado referirnos a España como provincia de provincias.  Y que no se mosqueen los de provincias, para mi el paradigma del provincialismo es  el orgullo madrileño (ya saben, de Madrid al cielo) que gastaba yo hasta que me lo curé viviendo dos  años en California.

 Parece que el sentir de esa madre que le dice a su hijo "Paquito,  a ver si encuentras un trabajo por aquí, que en Holanda hace mucho frio"  lo ha  impregnado todo.  Así, Tamara Rojo, Directora artística del English National Ballet tiene que aclararle amablemente a un periodista que  "es difícil concebir ahora la vuelta a España".   A Ignacio Cirac, director de un Instituto Max Planck,  le   preguntan cosas parecidas en las entrevistas. 

 El drama de la fuga de cerebros no lo sufren ese profesor de MIT, ese director del Max Planck, o esa directora del English National Ballet.    Ni siquiera ese postdoc en Alemania, o no digo ya si está en  San Diego, Santa Barbara, San Francisco, Vancouver, Melbourne, Sidney, o tantos otros lugares alucinantes para vivir y para dedicarse a la investigación.    Por tanto, me irrita ver que se trata el asunto de la fuga de cerebros como el del drama del "pobre Paquito" que está lejos de su pueblo y de su madre y sin un mal bocata de chorizo con el que poder aminorar el disgusto.

El drama, lógicamente, lo tiene España como sociedad, que no termina de sacarle partido  al capital humano que ha formado, con dinero público la mayor parte de las veces.   Y esto tiene mucho que ver con una de las obsesiones de este blog: qué tenemos que hacer para convertir el conocimiento en dinero, y poder así  seguir invirtiendo en el conocimiento.

En este contexto,  algunas proclamas  contra  la fuga de cerebros esconden otras cosas.  Teníamos así alguna  Universidades con "programas cantera" que podían conseguir la hazaña de meter a un chaval con 18 años en primero de carrera y  jubilarlo 42 años más tarde de catedrático, carrera, tesis y plaza de por medio,  sin haber salido nunca de las mismas cuatro paredes.  En los sueños húmedos  de más de un tuercebotas está la carrera académica sin el engorroso  postdoc en el extranjero.  O sea,  que una parte del debate sobre la fuga de cerebros viene impregnada del inconfundible  aroma de la mediocridad y  del no querer salir de tu pueblo.  
 
El gobierno anda ahora restándole a los cerebros fugados los cerebros importados, y están a punto de inventar la  balanza cerebral, y a lo peor es negativa, que para  dar malas noticias esta gente no tiene rival.  Quizá sería mejor que reflexionásemos sobre quien importa cerebros, y quien los espanta. En España hay programas e instituciones  que están haciendo una labor extraordinaria en la importación de cerebros. Por ejemplo,    Ikerbasque e ICREA.  Y luego tenemos una aplastante mayoría de departamentos universitarios que son fervientes seguidores del Athletic de Bilbao, con  una boina metafórica calada en la cabeza y  solo dan trabajo a  los de casa, que coexisten con unos poquitos departamentos de los que nos podemos sentir relatívamente orgullosos, que tienen programas de doctorado en inglés, profesores que han pasado casi todos unos años investigando en centros extranjeros de prestigio, y que lo siguen  haciendo ahora ganando  el mismo sueldo que los de la boina.  



5 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo con todo lo expuesto. Hasta que no haya un cambio generalizado en la mentalidad de muchos más académicos y se apliquen las medidas adecuadas, la endogamia y todos los males que conlleva seguirá rampante en tantos centros españoles. Y me temo que en España la gente todavía no está preparada para llevar a cabo los cambios necesarios. ¿Quién va a renunciar a "meter a uno de los míos"? Por desgracia, me temo que tal y como funcionan las cosas en España lo único que serviría sería una ley que prohibiera que una universidad pudiera contratar como Ayudantes Doctores o Ramón y Cajales a alguien que tuviera su doctorado de ese mismo centro. Eso, y aplicar de una vez por todas un sistema de baremación y retribución que no sólo sea individual, sino que refleje lo que hacen (o dejan de hacer) departamentos en su conjunto en cuanto unidades docentes e investigadoras.

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  2. De acuerdo también con la entrada.

    El comentario de juan1600 también me parece muy acertado. Una medida sencilla que dinamitaría la endogamia en España sería la prohibición de la promoción interna. Quiero decir, que el quiera promocionarse a una plaza permanente, o de titular a catedrático, no pueda hacerlo en el mismo departamento en el que está. Esto ayudaría a la gente a prestar atención a sus méritos y no a intrigar o apuntarse a movimientos asamblearios para progresar.

    Esto está impuesto por ley o por costumbre en muchos países con un sistema de profesores funcionarios, como Alemania.

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    1. Una norma como la que propone Diego daría lugar a la creación de un departamento virtual por cada uno de los actualmente existentes, para poder cumplir con la letra de la ley saltándose el espírito. O alguna pillería por el estilo.


      Yo creo que cualquier intento normativo que busque resolver el problema del "mamoneo" en la Universidad está abocado al fracaso. Eso es lo que indica la experiencia. Por ejemplo, en mi antigua Universidad la implantación del "decreto Wert" se ha paniaguado de tal manera que, tras miles de horas de reuniones, no va a tener apenas efecto.


      Uno de los motivos es que el gobierno legisla, las CCAA tienen las competencias, y las universidades autonomía. A mi juicio, la solución al problema pasa por cambiar la forma en la que se reparte el dinero. Es decir, los incentivos. O sea, seguir en la medida de lo posible el modelo americano. La mejor forma de que la gente se ponga a trabajar es ... que quieran trabajar !!!. Quita el complemento de productividad a los que no investiguen, y verás como cambia la cosa.

      Pero todo esto es hablar por hablar. Mirad en mi última entrada lo que acaba de hacer el gobierno con los sexenios.

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    2. Bueno, lo que se haga tiene que ser coherente. Con un sistema de profesores funcionarios, creo que no hay más remedio que imponer normas. Si te gusta más el modelo anglosajón, esto tiene sentido bajo condiciones de contratación flexible, con sueldos variables, etc.

      De todas formas, si son los incentivos lo que sustituye a la normativa, creo que tienen que ser incentivos muy fuertes. Por ejemplo en UK te pueden cerrar un departamento que no funciona bien, incluso despedirte. También pueden quitarle financiación, y eso significa menos promociones y menos dinero para investigación. Así los departamentos están interesados en ofrecer plazas en convocatorias competitivas, al final están todos en el mismo barco.

      Implementar esto en España estaría genial, pero lo veo complicado. Por ejemplo, la propuesta de reforma del comité de expertos apunta en esta dirección, pero en mi opinión se queda muy corta. Si no recuerdo mal, no se concreta qué consecuencias tendría una eventual evaluación de la actividad de los departamentos.

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    3. Yo también opino que será necesario reformar el sistema de incentivos "post-contratación", aunque sigo pensando que será necesario alterar significativamente y de manera normativa el sistema de contratación para prevenir la endogamia dada la situación actual de la universidad española, y hasta que cambie la mentalidad de la gente y los investigadores se den cuenta de lo sano que es para el sistema la movilidad (y aquí pienso también en la necesidad de incorporar a más investigadores formados enteramente en el extranjero).

      Mas, efectivamente, si posteriormente el sistema devalúa todo intento por recompensar el trabajo bien hecho... De ahí que mencionara también la necesidad de evaluar departamentos en su conjunto en cuanto unidades docentes e investigadoras. Vamos, importar con cambios el modelo británico del Research Excellence Framework (introduciendo la calidad de la docencia como elemento de baremación y atendiendo a los problemas del REF sobre los que llaman la atención los colegas que trabajan en el Reino Unido).

      Por supuesto, luego está la necesidad de dar a conocer públicamente los resultados de las evaluaciones y de las contrataciones, porque la falta de transparencia o la dificultad para obtener la información sigue siendo espeluznante. La primera medida creo que es la necesidad de tener una base de datos que centralice todos los puestos académicos que se abran para facilitar la difusión de estas plazas, ampliar el número de candidatos y, con suerte, mejorar el perfil de los contratados. Que alguien que quiera trabajar en España tenga que peregrinar de página universitaria en página universitaria, o de boletín autonómico en boletín autonómico, me parece demencial.

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