sábado, 22 de febrero de 2014

Becarios y políticos

Últimamente se habla mucho de como inflan el  curriculum  los políticos.  Siempre me ha llamado la atención que se exige mucho más para ser becario que presidente de comunidad autónoma.   Para ser estudiante de doctorado en ciencias en  España, lo que en ambientes académicos solíamos llamar "becarios", el escalafón inicial en la carrera científica,  son necesarios los siguientes requisitos:

  • Licenciatura (o grado) de una carrera de Ciencias (Física, Química, Ingeniería, ..),  terminada, y debidamente acreditada con un documento oficial, no vale con hacerse una web y decir que eres licenciado. 
  • Un master terminado, con título oficial expedido
  • Buen expediente académico (para optar a financiación)
  • Conocimientos amplios de inglés (al menos para poder leer "papers", o sea, artículos científicos, libros científicos y manuales, casi todos en inglés)
A cambio, el becario obtiene: 
  • un contrato de 2 a 4 años, con una remuneración bruta inferior a 1500€ al mes
  • una mesa y una silla en un despacho, casi siempre compartido con más gente
  • el derecho a dejarse la piel trabajando en su proyecto de investigación,  escribir unos cuantos artículos, conseguir que se publiquen en revistas internacionales (o sea, que se escriben en inglés), presentar la investigación en conferencias internacionales, escribir una tesis doctoral.
  • si lo anterior va bien, y el becario persiste en su actitud de seguir investigando, un billete de ida al extranjero para hacer un postdoc, y si todo va muy bien y publica algún paper en Nature (además de 30 o 40 papers más) y decide volver a España, puede que logre un contrato de Ramón y Cajal, con un sueldo de menos de 2000€ al mes, después de impuestos. 
Para ser político en España, no se pide nada de esto. No hace falta tener un título de licenciado, ni un master.  Nadie comprueba si tienes o no un título, de ahí que proliferen los doctorados (Rahola), y masters (Moreno)   de mentirijillas, los diputados (Herik Campos) con "estudios de sociología", que quiere decir que cursaron sin terminar una fracción de la carrera.  Uno pensaba que 20 años después de que Luis Roldán llegase a ser Director General de la Guardia Civil inventándose una falsa licenciatura en empresariales,  y acabase con sus huesos en la carcel por robar lo que ahora serían varios millones de euros,  los políticos tendrían el pudor de no caer en este tipo de mentiras.  Ingenuo que es uno. 

De hecho, ¿para qué mentir?. Se puede ser político habiendo repetido tercero de BUP con  TODAS las asignaturas suspendidas  (Oyarzabal). Se puede ser presidente de comunidad autónoma sin tener una carrera terminada (Patxi López). Se puede ser ministro de obras públicas y  ser el "jefe" de un ejército de ingenieros y arquitectos y no ser licenciado (Pepe Blanco).    Se puede ser presidente de Cataluña sin saber catalán (Montilla), pero no se puede ser profesor de secundaria en Cataluña sin saber catalán.   En cambio, un becario deberá mostrar su título de licenciado cada vez que pida una beca o un contrato. 

Los políticos pueden ejercer su profesión sin saber inglés, y por eso necesitan intérprete cuando van a encuentros internacionales. Así, ninguno de nuestros presidentes sabía hablar inglés.   Además, los políticos pueden tener dos puestos y dos sueldos (Cospedal),  sueldos vitalicios (ex-presidentes), pensiones tras cotizar 8 años (diputados).  Los políticos pueden tener coche oficial, únicamente la administración central cuenta con una flota de 840.   Los eurodiputados viajan en primera. Los becarios, y sus colegas más seniors, viajamos en Ryanair (el  otro día me encontré con dos colegas más en el vuelo de Ryanair Barcelona-Porto). 

En fin,  ¿para qué seguir?.  A uno no le queda más  que plasmar aquí  la irritación que produce que esta cuadrilla de gañanes sea la que legisla sobre los muy exigentes criterios que nos piden a todos los demás, y esto no es un alegato contra la exigencia, que debería aumentar. Es un alegato contra los gañanes, y contra esta dualidad en la que nosotros nos apretamos el cinturón y ellos cobran en B, y esto va por toda la clase dirigente, no únicamente los del partido que nos gobierna ahora. 

Por supuesto que hay políticos honrados,  políticos brillantes, incluso políticos con un doctorado en física teórica que acaban incluso dirigiendo la OTAN,  pero, como dejó dicho   Henry Kissinger,  el 90 por ciento de los políticos le dan mala reputación al 10 por ciento restante. 


domingo, 16 de febrero de 2014

El ranking de Shangai y las lentejitas de mamá.


El ranking de Shangai  publica todos los años su lista con las mejores universidades del mundo, de acuerdo con su calidad investigadora. Sistemáticamente las universidades españolas quedan fatal,  ninguna entre las 150 primeras.   O sea, que la investigación universitaria es a España lo que los deportes de invierno a Jamaica.  El asunto  se menciona a veces en los medios, cuando queda un hueco entre  los goles,   la vida disipada de las ex-novias de los toreros  y el legado de desmanes y despilfarro de la casta política.   La cuestión que quiero abordar hoy es por qué el concepto de ranking de universidades  es  irrelevante en España, y cómo esto es un problema grave en la formación nuestros universitarios. 

El asunto es sencillo: el prestigio de las universidades españolas es  irrelevante porque la mayoría de ellas tienen el monopolio sobre su clientela.  Esto  es así porque la gente estudia en la Universidad que le queda más a mano.  Por eso, si la Universidad de Murcia, por decir algo, fichase a 4 premios Nobel  y subiera al top 50 en el ranking,  sus ingresos serían básicamente los mismos: la parte del león de la financiación viene de la dotación presupuestaria del presupuesto autónomo, que a su vez se determina en gran medida a través del número de alumnos.   Y aquí está  el quid de la cuestión. Por motivos económicos, pero también culturales y sociológicos, el españolito no se aleja de las lentejas de su mamá para ir a estudiar a otro sitio, así le pongan 12 premios Nobel en el plato. 

Por tanto, aquí el asunto de los Rankings no importa, porque no hay competencia.  A muchos les horroriza el asunto de la competencia porque consideran que hay algo pecaminoso en el concepto de mercadear y lucrarse con cosas tan importantes como la salud y la educación.  Mi objeción a esa postura es un clásico: ¿por qué habría de ser más importante la educación universitaria que la comida, cuya distribución está sujeta a las feroces reglas del capitalismo?.   Sin necesidad de salirse de un modelo de educación perfectamente subvencionado,  creo que estaría bien empezar a darle la subvención al estudiante, en lugar de a la Universidad, y comenzar a incentivar una sana competencia que termine por muscular nuestro sistema universitario.    

Termino con mi cuota de psicología barata y provocación blogger : ¿cómo diablos vamos a formar líderes y emprendedores, si tenemos a los jóvenes adocenados, viviendo en casa de mamá, aguantando una educación superior "de garrafón",  con clases impartidas por un profesorado mediocre?.  De nuestras universidades monopolísticas salen los chavales con ganas de ser funcionarios y pagar una hipoteca. De Stanford salen con ganas de comerse el mundo, que para eso han invertido un dineral en la matrícula.