viernes, 11 de mayo de 2018

Recordando a Feynman: La ciencia es como el sexo.

Hoy Feynman habría cumplido 100 años, pero desgraciadamente nos dejó mucho antes, en 1988.  La combinación de su descomunal talento y su chispeante personalidad  explican tanto sus monumentales aportaciones a la física como un legado adicional, en forma  de frases memorables, e incluso charlas enteras, que seguimos recordando y repitiendo.  Hoy quiero destacar  una de mis favoritas,  "Science is like sex: sometimes something useful comes out, but that is not the reason we are doing it".  La traducción sería  "La ciencia es como el sexo:  en ocasiones da lugar a  algo útil, pero esa no es la razón por la que lo practicamos".

La frase viene a intentar remediar un gigantesco malentendido. El gran público cree que los científicos nos dedicamos a resolver problemas prácticos, es decir, a buscar aplicaciones.  La única excepción a esta regla la encontramos en el caso  de astrofísicos y físicos de partículas, que han logrado inculcar en la sociedad que el estudio del origen último del universo no requiere una excusa práctica. A todos los demás científicos, la primera pregunta que nos hacen cuando hablamos de nuestro trabajo es "¿cuáles son las aplicaciones?".     Así,  da casi vergüenza confesar que nuestra investigación está guiada por la curiosidad, y que la mayoría de los resultados científicos no valen para nada.

 Una vez confesado que hacemos ciencia por curiosidad y no para resolver problemas,  toca responder a la pregunta:   ¿por qué invertir dinero en investigación científica?. Mis respuestas a esta pregunta, que vengo repitiendo en este blog, son siempre  las mismas:
  1. La mayoría de los resultados científicos no valen para nada, pero unos pocos lo cambian todo. Es imposible anticipar cuál es el resultado útil,  con lo que hay que financiar todo el lote.
  2. Muchos resultados científicos útiles (América, el micro-ondas, la penicilina, el viagra, la magneto-resistencia gigante) se han descubierto por accidente,    en el transcurso  de investigaciones con un fin diferente. 
  3. La formación de científicos permite a una sociedad disponer de un grupo de personas que es capaz de comprender la creciente complejidad tecnológica que impregna todos los ámbitos de la sociedad. Si una país no invierte en ciencia, no tiene forma de entender, de primera mano, los cambios tecnológicos que  la ciencia hace posible. 
  4. La inversión en ciencia es una buena operación de relaciones públicas, es decir, de publicidad. Un país que invierte en ciencia es un país que apuesta por su futuro, y manda así varios  mensajes a la sociedad, y otro al resto de países: capacidad económica, vocación de permanencia, apuesta por el talento. 

En resumen, y repitiendo  el lema del blog,  investigar cuesta dinero, pero ¿cuál es el precio de no investigar?.

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